15-2-2010
Los escolares mirandeses leen de media entre 6 y 9 libros al trimestre
Tienen entre 2 y 3 obligatorios a los que añaden varios más, todos ellos elegidos según sus gustos
Leer puede ser un auténtico placer o un castigo, depende para quien. Muchos lo ven como un hobby, una opción más para disfrutar, pero para otros no es más que una obligación. Una sensación que intentan evitar los profesores de los distintos centros de Educación Infantil y Primaria de la ciudad desde las edades más tempranas, cuando se empiezan a aprender las letras del abecedario.
Para motivarles y animarles a disfrutar con la lectura se diseñan actividades variadas que relacionen diversión con un hábito que mejora tanto vocabulario como comprensión y escritura. Y parece que lo están consiguiendo. De media, cada trimestre, niños y niñas de Primaria leen entre 6 y 9 libros al trimestre.
Es una estimación general, porque las cifras pueden oscilar mucho, tal y como reconocían desde diversos centros educativos de la ciudad. Hay alumnos que se leen los justos, aquellos que son considerados como 'obligatorios' por parte de los profesores -dos o tres por trimestre- y otros que son usuarios habituales de la biblioteca y que doblan sin problema la media.
Muchos le empezaron a coger el gusto desde que echaron el primer vistazo a las estanterías repletas de libros. De hecho, en estos momentos, los alumnos de Infantil, de entre 3 y 5 años de edad, suman unos 4 cuentos al mes. Cierto es que la mayoría no saben leer pero sí pueden identificar letras y palabras.
La estadística no sirve sólo para saber el número de libros que cada uno ha tenido en sus manos, también se analiza el 'poso' que han dejado en niños y niñas. Pero no se hace a la antigua usanza, con largos comentarios de texto. Se buscan fórmulas más amenas y que no vinculen trabajo con lectura. Por ejemplo, en el Príncipe de España una ginkana y diversos juegos sirven para recordar argumentos, personajes, historias... «Se controla quién lee y quien no, pero sin que para ellos un libro conlleve un esfuerzo posterior», apuntó Asun Barruso, jefa de estudios.
De hecho, intentan que no se convierta en una tarea de casa y todos los días dedican media hora del horario lectivo a leer. «Cada trimestre subimos al aula 25 ó 30 libros distintos y los alumnos pueden aportar sus libros preferidos», señaló.
Con premio
Cada uno tiene sus fórmulas. En Los Ángeles, por ejemplo, han establecido el premio trimestral al superlector de cada curso. Pero también cuentan con otra serie de iniciativas que motivan como cuenta cuentos, teatro de títeres, exposiciones... Muchas de ellas se llevan a cabo en la biblioteca del centro a mediodía, a la hora de la comida. «Hay actividades dirigidas y programadas que se encargan de organizar los propios profesores», apuntó la directora, María Jesús Uriarte.
Además, cada mes se elige un tema y se trabaja sobre él en las aulas. Éste ha tocado el cómic, un género muy visual y que despierta pasiones en niños y mayores. Otros se pueden dedicar a cuentos de hadas o a animales. Se intenta atender todos los gustos.
De hecho, no tienen títulos obligatorios, cada niño elige libremente qué libro quiere leer, siempre que se considere ajustado a su nivel escolar. «Evidentemente, se controla que uno de sexto no coja uno de primero que tiene 20 páginas y en cada una 3 líneas», valoró. No hay confusión posible. Además de estar distribuidos por temas, los de cada edad tienen pegatinas de distinto color. «Ellos ya saben el tipo de libro que les gusta y dónde lo pueden encontrar».
Pero si se equivocan y no encuentran lo que esperaban, no pasa nada. Pueden cambiarlo y buscar otro que les atraiga desde el principio. «Si no les gusta no tienen por qué leerlo, yo tampoco lo hago» reconoció Uriarte.
También eligen que leer en Sagrada Familia, una actividad a la que el centro dedica una hora semanal en lo que denominan 'Taller de lectura'. Una propuesta en la que se trabajan «actividades de motivación. Cada alumno presenta a sus compañeros un título, dice qué es lo que más les ha gustado o incluso lee algún pequeño fragmento», explicó Carmen Arresti, directora del colegio.
Y es que a algunos los libros les enganchan. A lo largo del pasado curso, en Sagrados Corazones el sistema de préstamo de Primaria sumó 2.278 entregas y en lo que llevamos de curso acumulan ya 1.198. Una cifra nada desdeñable para un colectivo que integran 353 niños y niñas que, además, se leen, de media, otros diez libros en casa durante periodo escolar y otros 2 ó 3 que retiran al trimestre de la biblioteca del aula.
Les cueste más o menos, los alumnos del Príncipe de España sí tienen obligación de leer un ejemplar en inglés. Van a un colegio bilingüe. Y en torno a la semana cultural se centran en la lengua de Shakespeare; además de comprar otros dos que les gusten. Por todo ello, Barruso no duda que «los niños que pasan por el Príncipe cuando salen del colegio tienen que tener una buena biblioteca propia en su casa».
De más a menos
Donde se nota un bajón es en los primeros cursos de Secundaria. Numerosos son los que abandonan el hábito a los 14 ó 15 años. Se limitan a los obligatorios marcados en las clases de Lengua y Literatura. Pero a los que de verdad les gusta, pasada esa etapa, «vuelven a retomar»; a los que no, se olvidan. Es muy difícil competir con la televisión, el ordenador o las consolas.
Esta es una percepción plenamente compartida por Arresti, para quien sigue siendo una incógnita por qué hay un cierto vacío en la adolescencia que luego se recupera en parte. Siguen aquellos a los que realmente les atrae.
De lo que ninguna tiene duda es de que los niños leen y leen bastante». Algunos hasta 15 títulos al trimestre, aunque otros sólo los obligatorios. Pero es que a veces tampoco disponen de tiempo para más. A las clases y la tarea hay que añadir, en algunos casos, varias extraescolares. Y mucha más materia que estudiar cuando se llega a Secundaria. Aún así, los alumnos de ESO y Bachiller de Sagrados Corazones leen una media de 5 libros a lo largo del curso.
A cualquier edad, hacer el esfuerzo merece la pena, incluso de cara a las calificaciones. «Se nota muchísimo. El niño que lee redacta fenomenal y con menos faltas de ortografía. Algunos hacen unas composiciones preciosas, con un vocabulario muy rico. Todo va muy unido», insistió Uriarte.
Pero hay que competir con la informática, los videojuegos y otros sistemas audiovisuales «La imagen es más rápida y más fácil. La satisfacción es más inmediata. Con los libros tienen que ingeniártelas con actividades muy creativas para que ellos descubran que también se pueden divertir mucho», valoró Arresti.
En la consecución de este objetivo tampoco deben olvidarse las nuevas tecnologías. Pueden servir de apoyo para buscar lo que les puede gustar o incluso como soporte físico. El e-book, es ahora mismo una realidad. (El Correo)
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