jueves, 18 de marzo de 2010

"La hiperactividad es el trastorno más agradecido"

17-3-2010

«La hiperactividad es el trastorno más agradecido»

Javier Royo Moya - Psiquiatra

El experto profundizará hoy sobre el problema de conducta que afecta a los niños en los Encuentros con la Salud de EL CORREO

FORO DE SALUD
12 horas: salón de grados de la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV.
19 horas: Biblioteca de Bidebarrieta (Bilbao). Las invitaciones pueden retirarse en la tienda de EL CORREO (Rodríguez Arias, 43. Tlfno: 944287220).
Los actos cuentan con la asesoría de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y la Facultad de Medicina y el apoyo de Docor Comunicación.

«Los hiperactivos no tratados tienen mayor riesgo de mantener relaciones sexuales sin protección, de accidentes de tráfico, un índice de divorcio superior...», asegura Javier Royo Moya, psiquiatra del Hospital de Día Infanto-Juvenil de Salud Mental Natividad Zubieta de Pamplona. De ahí, «las ventajas» que conlleva una detección eficaz del trastorno en la infancia. No obstante, el miedo se apodera de la familia cuando el médico diagnostica al pequeño la enfermedad. El experto, que participa hoy en los Encuentros con la Salud de EL CORREO con una charla sobre 'Hiperactividad en la infancia y la adolescencia: ¿qué pasa después?', admite que si sus hijos «tuvieran que padecer una patología psicológica, preferiría la hiperactividad, porque con un buen tratamiento, la vida es prácticamente normal».
Pero, ¿cómo detectar el trastorno en el menor? «Si un niño de cinco años es terriblemente inquieto, exageradamente impulsivo, en la guardería pegaba a los demás, en preescolar vive de las broncas y no presta atención, hay que estudiar la situación». Tras una visita al pediatra o psiquiatra y la consiguiente evaluación psicológica, «el tratamiento es como un trípode», ya que se basa en tres áreas: «procedimiento farmacológico con el pequeño, otro tratamiento para los padres -pautas de actuación- y, por último, coordinación con la escuela». De lo contrario, las posibilidades de mejora «serán muy bajas». Los datos reflejan que los cuadros de hiperactividad en la población adolescente con fracasos en todos los ámbitos «tienen más probabilidades de suicidio».
Royo reconoce que un pequeño con patología psicológica en la familia supone un reto. Sin embargo, no hay que olvidar que estos niños, a pesar de ser «más desafiantes que los no enfermos», son tan vulnerables como los demás. «El entorno familiar y escolar les repercute notablemente si en casa y en el colegio reciben comentarios negativos. Así, se llegan a deprimir», explica. «Tienen tanta facilidad para hacer amigos como para perderlos». La estabilidad familiar se rompe al no saber sobrellevar los padres la actitud tan desconcertante que caracteriza a los hiperactivos. «Cuando llegan a la consulta, los padres tienen sensación de fracaso, piensan que no son buenos progenitores. En algunas parejas se echan la culpa el uno al otro, discuten y pueden acabar separándose si la situación es caótica», expone el especialista.
Como otros muchos trastornos, es prácticamente imposible prevenirlo, «sobre todo si uno de los progenitores lo padece, porque los pequeños llevan la carga genética», argumenta. Sin embargo, el especialista propone una medida para evitar provocarlo: no fumar durante el embarazo. «Eso y los partos con sufrimiento fetal aumentan los boletos de sufrir hiperactvidad».
Royo desmentirá hoy algunas de las leyendas asociadas al trastorno de conducta. «Ni esas personas acaban consumiendo tóxicos ni son psicópatas», defiende. El psiquiatra abordará, entre otras, la «errónea idea que sostiene que la hiperactividad remite totalmente» en la adolescencia. «Los síntomas de movilidad sí van desapareciendo, pero la falta de atención persiste».
Aunque el experto es optimista y lanza un mensaje de aliento a los que lo sufren. «Michael Phelps la padece y ha ganado muchas medallas. Tener una vida normal depende de muchos factores: detección eficaz, tratamiento, que no aparezcan otras patologías, familia protectora... No es tan horrible. De hecho, dentro de los trastornos de la psiquiatría infantil, es el más agradecido». (El Correo)

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