miércoles, 7 de julio de 2010

Las universidades hacen balance de los primeros efectos del Plan Bolonia

26-6-2010 - La Vanguardia

Acusan falta de profesores y dinero para adaptar aulas; los resultados académicos mejoran ligeramente

Encierros de alumnos, manifestaciones, altercados y cargas policiales fueron los protagonistas del espacio europeo de educación superior –Bolonia– el año pasado. Pero el proceso ha seguido su camino y las universidades han dado un enorme salto hacia Bolonia durante el curso que ahora acaba. Los protagonistas de este año clave para la convergencia europea han sido otros: la aplicación de los nuevos planes de estudio y metodología, la adaptación de las infraestructuras y las estrecheces presupuestarias. "El cambio más importante en siglos dentro de la universidad coincide con el peor momento económico en décadas", dice el vicerrector de Docencia y Ordenación académica de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), Josep Eladi Baños.

"Todo depende de las becas"

Fomentar la movilidad entre los estudiantes europeos es otro de los objetivos del EEES. Las universidades catalanas reconocen que es difícil aumentarla entre los estudiantes de grado y que se concentrará en los másters, tal como ha ocurrido en países que llevan años de ventaja en la adaptación a Bolonia. Aun así, Josep Eladi Baños, vicerrector de la UPF, lanza una advertencia: "Si hay suficiente dinero en becas, habrá más movilidad, de lo contrario será un objetivo difícil de cumplir". Pese a todos los obstáculos, Baños está convencido de que el EEES "merece la pena".
Con el 77% de los títulos ya adaptados –el curso anterior sólo era un 10%–, las universidades públicas catalanas hacen malabarismos para que no falten profesores en los grupos reducidos de alumnos o para remodelar las aulas tal y como la filosofía del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) precisa. Con Bolonia la clase magistral pierde protagonismo, se potencia la evaluación continuada y los grupos con menos estudiantes. Pero las facultades tienen casi prohibido contratar personal y las jubilaciones prácticamente no se cubren. Como consecuencia, surgen dificultades para que todos los grupos reducidos tengan un profesor y para asignar tutores. Sobre todo en las universidades pequeñas. "Tenemos serios problemas con esto", reconoce el rector de la Universitat de Lleida, Joan Vinyes. "Ocurre especialmente en las titulaciones de ciencias sociales, con muchos más alumnos", continúa. El curso 2007-2008 –datos oficiales más recientes– había en España diez estudiantes a tiempo completo por cada profesor –la mayoría investiga además de dedicarse a la docencia–. La media de Europa es de 16,7. El Ministerio de Educación apunta un gran desequilibrio en la distribución del profesorado. En ciencias de la salud la ratio es de 6,6 alumnos por docente, en ciencias experimentales de 5,6, pero en ciencias sociales es de 22,5, y esto hace dos cursos, cuando aún había margen para contratar personal. Profesores universitarios consultados se quejan de la "sobrecarga" de trabajo a la que se ven sometidos con la evaluación continuada, las tutorías o la preparación de las prácticas, lo que acaba repercutiendo en la calidad de la docencia, "siempre dentro de unos márgenes de calidad aceptables", insisten. "El número de profesores es suficiente pero está en el límite", afirma el decano de la facultad de Física de la Universitat de Barcelona (UB), Joan Àngel Padró. El decano de la facultad de Psicología de esta misma universidad, Manel Viader, añade que, a pesar de que se da respuesta a las necesidades esenciales, "queda un amplio margen de mejora". "En las actividades teóricas el número de estudiantes por grupo es excesivo, algunas actividades prácticas no se pueden hacer en las condiciones que corresponderían a sus características y el nivel de tutorización ha de mejorar", dice Viader.

La pareja EEES-crisis económica plantea una nueva situación a la que algunas universidades se adaptan aplicando economías de escala y aprovechando recursos al máximo. Es el caso de la Universitat Rovira i Virgili (URV), donde las titulaciones se han reducido de 47 a 37 y algunas comparten primer curso, explica su rector, Francesc Xavier Grau. En la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) controlan bien el número de asignaturas optativas e intentan que no se impartan si tienen menos de diez estudiantes matriculados –"protegiendo la diversidad", dice la vicerrectora de Política Docente, Montserrat Farrell–. Además están inmersos en un estudio detallado de todas las titulaciones par identificar dónde hay déficit y dónde superávit de profesores.



Adecuar las instalaciones es el otro gran quebradero de cabeza. Se necesitan aulas más pequeñas y las universidades invierten dinero en ello justo en un momento que no da para alegrías presupuestarias. En este caso son las universidades grandes las que más acusan el problema. Maite Anguera, vicerrectora de Política Docente y Científica de la UB, asegura que la institución está haciendo "un esfuerzo inmenso" para adaptar los aularios –este año han dedicado a ello una partida de 365.000 euros–. La mayoría de las universidades comenzará el curso 2010-2011 con el 100% de los títulos adaptados al EEES, pero sin las infraestructuras adecuadas en todas las facultades.



Este curso ha hecho las veces de año cero de Bolonia en España y las universidades ya hacen balance de sus primeros efectos. Los defensores del EEES aseguraban que los resultados académicos mejorarían gracias a la nueva metodología. Aún es pronto para sacar conclusiones, dicen desde las universidades, aunque constatan una ligera mejora del rendimiento de los estudiantes. "Los créditos aprobados sobre los matriculados han pasado del 60% al 80% en muchas asignaturas de los nuevos grados", afirma Xavier Colom, vicerrector de Docencia y Estudiantado de la Universitat Politècnica de Catalunya. En la UPF el rendimiento ha pasado del 70% al 80% y en la URV del 67% al 73% desde que se introdujo el nuevo sistema. Los alumnos acabarán como mínimo "igual de preparados con los nuevos planes de estudio", afirman.



Según la rectora de la Universitat de Girona, Anna Maria Geli, este curso se ha completado la parte sencilla del EEES: cambiar la estructura de las carreras. Lo más difícil viene el curso que viene, conseguir que todos los profesores, también los disidentes, sigan la nueva metodología y que la falta de presupuesto no traspase ese límite del que hablaba el decano de Física de la UB.

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