jueves, 21 de enero de 2010

Un prodigio del ADN

21-1-2010

Un prodigio del ADN

Un niño alavés de 7 años explica el origen de la vida ante expertos de la UPV y del Centro de Investigaciones Científicas

«Hola, soy Gorka Elizalde y voy a tratar el tema del ADN. ¿Por qué somos como somos? ¿Qué nos hace tan distintos? La respuesta está en el ácido desoxirribonucleico». Esta introducción podría ser el arranque de una clase magistral. Pero sorprende que parta de un niño de siete años, que ayer dio una conferencia en toda regla ante sus compañeros del Grupo de Alto Rendimiento Intelectual de la localidad vizcaína de Sestao. La cita merecía la pena. Tanto, que biólogos y bioquímicos de la Universidad del País Vasco y del Centro de Investigaciones Científicas, además del propio alcalde, José Luis Marcos Merino, no quisieron perdérsela.
El resultado no pudo ser más impactante. No sólo porque este niño alavés revelara con toda la naturalidad del mundo que el ADN de una célula mide más de dos metros o que con el de una persona podrían darse 500 vueltas a la Tierra. Sino porque lo hizo con una soltura impropia de su edad, sobre todo finalizado el formalismo de su exposición académica y ya en el coloquial turno de preguntas.
«Si James Watson y Francis Crick, descubridores del ADN, estuvieran aquí, no lo habrían explicado mejor. Estoy asombrado», reconocía el biólogo Pedro Guaresti. En su opinión, la conferencia de un niño «que debería estar preocupándose de jugar a la pelota nos ha aclarado las ideas a todos». «No pierdas este entusiasmo y no te desanimes nunca», le aconsejaban a Gorka Fernando Moro y Judith Perales, expertos de la UPV.
Lo cierto es que a Gorka le gusta romper moldes prácticamente desde que nació. Su padre, Jorge, recordaba ayer que a los nueve meses andaba a la perfección, y que con apenas dos años se había aprendido el alfabeto, «en la guardería y de un tirón», para sorpresa de sus cuidadoras. A sus progenitores les pareció llamativo, aunque le restaron importancia. Pero poco a poco las diferencias con el resto de compañeros de su edad se agrandaban. «No estaba en la misma onda, era muy movido e incluso algunos me decían que podía ser hiperactivo», aseguraba.
Entre dudas estuvieron hasta que cumplió los cinco años, cuando un programa de radio les dio la clave. «Gemma, mi mujer, escuchó a Elisa Álvarez, coordinadora del Grupo de Alto Rendimiento de Sestao, y vio que todos los síntomas coincidían con los de Gorka». No paró hasta dar con ella. Le hicieron varios tests y, bingo: 141 de coeficiente intelectual. Desde entonces, el pequeño se desplaza una vez a la semana desde su pueblo, Zaitegi, a la localidad vizcaína para recibir clases especiales de esta experta universitaria en Diagnóstico y Educación de Alumnos con Altas Capacidades. «Y ahora actúa como un chico normal».
Lo de profundizar en el ADN vino, según Jorge, de casualidad. «Vimos 'Parque Jurásico' y le apasionó la imagen del resto del ADN de un insecto en un mineral de ámbar con millones de años de antigüedad», recordaba. Aunque no fue un antojo pasajero. Su fijación persistió y, cuando Elisa Álvarez propuso a su grupo de alumnos desarrollar un tema, él apostó por la cadena de macromoléculas que contiene la información genética de los organismos vivos.
Tras sentar cátedra ante los expertos, Gorka se plantea nuevos retos. Y deja volar la imaginación. «Cuando sea mayor quiero ser científico y hacer un mamut». Ya tiene claro cómo hacerlo. «Me bastaría con conseguir el núcleo de una célula madre que haya quedado congelada en algún lugar e introducirla en un elefante madre africano», aclaraba. (El Correo)

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