lunes, 11 de enero de 2010

"Es difícil pedir a los alumnos que se esfuercen en algo a lo que no le ven sentido"

5-1-2010

“Es difícil pedir a los alumnos que se esfuercen en algo a lo que no le ven sentido”

Javier Onrubia, profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona

Doctor en Psicología y profesor titular del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona. Javier Onrubia ha abordado temáticas como el análisis del discurso en el aula, el aprendizaje colaborativo entre alumnos, la evaluación de los aprendizajes o la atención a la diversidad. Su trabajo actual se centra en el impacto de las tecnologías digitales en las prácticas educativas.
¿Cómo va a influir la nueva aula digital en el aprendizaje de los alumnos?
La incorporación de ordenadores o de la tecnología de la información y la comunicación es una de las dimensiones importantes de la transformación de las aulas, pero no la única. La idea es conseguir que las aulas sean espacios más auténticos de aprendizaje, más relacionados con los problemas de la vida real y del entorno en que funcionan los estudiantes, que sean espacios donde se pueda trabajar de forma más colaborativa, donde se puedan aprovechar todas las fuentes de ayuda mutua entre los estudiantes. Y en ese contexto también que las aulas se puedan conectar más con los mundos habituales de vida de los estudiantes. Y en ese sentido la tecnología formaría parte de ese paquete general.
¿Pero cuál es el mecanismo para llevar a cabo este tipo de conexiones? Tendrá un papel especial la familia...
Habría que reforzar los vínculos entre la familia y la escuela, y entre la escuela y la sociedad, y hacer que todos nos sintiéramos un poco más corresponsables de la Educación de los niños. Eso también significa que las actividades que se plantean desde las aulas no sean tanto tareas académicas tradicionales, sino que tengan que ver con las necesidades o intereses de los niños o adolescentes en cada momento. Es decir, que no sean tareas que se quedan en el aula y que sólo tengan sentido allí, que sólo se hagan para el profesor y para poner una nota, sino que sean tareas que tengan un valor para la comunidad, que sean reconocidas, que impliquen al entorno, al barrio, a la comunidad, y por lo tanto, que tengan un valor añadido más allá del propio hecho de aprender.
¿Pero realmente cree que el profesor está concienciado con este planteamiento o sigue impartiendo ese tipo de clase tradicional?
Es cierto que existe un porcentaje muy importante de profesores que sigue manteniendo prácticas de carácter tradicional. De todas formas, no se trata de que estos profesores las tengan que abandonar completamente, ya que muchas de estas prácticas son también válidas para la enseñanza. Lo que hay que hacer es recolocarlas en un marco un poco distinto y en un contexto más amplio. Por ejemplo, presentar bien la información, seguir el trabajo de los alumnos, producir una retroalimentación de lo que están haciendo, ayudarles de la manera más clara a ordenar sus tareas, todo esto sigue siendo válido. Lo que hay que intentar es que esas tareas sean algo más abiertas, más complejas y reales, en las cuales, por ejemplo, si yo estoy trabajando música, tenga algo que ver con la que tienen como referencia los niños y los jóvenes que tengo delante. O si estoy trabajando Plástica o Artística, tenga que ver con los lenguajes del cómic.
¿Va a hacer esto que los niños estén más motivados?
La idea es recuperar el sentido, sobre todo a partir de una determinada edad en la que algunos chavales no saben muy bien para qué están en la escuela y por qué eso tiene algo que ver con sus vidas. Se trata de conseguir que un mayor número de alumnos viva la escuela como un espacio especialmente relevante para ellos. No que las cosas importantes empiecen a pasar, como dicen las series de televisión, al salir de clase, sino que empiecen a pasar dentro del aula. Es evidente que hay muchas cosas importantes que se viven fuera, pero si los niños pasan muchas horas de su vida dentro del aula, hay que intentar que ese tiempo sea lo más relevante posible para ellos.
¿Piensa que así se puede reducir el fracaso escolar y el abandono temprano?
Ésa es la idea. También uno de los datos que la investigación constata es que un factor muy importante para el éxito escolar tiene que ver con el clima de aula, con la manera en que los profesores y los estudiantes están cómodos y seguros en un entorno que les permite arriesgarse a aprender. Porque aprender siempre implica un cierto riesgo, algo nuevo, enfrentarme a algo que no conozco. Entonces, todo lo que contribuya a que las aulas sean entornos en los que todos estemos mejor, más a gusto y más tranquilos es importante para conseguir que más alumnos puedan conectarse a la actividad escolar, y a partir de ahí implicarse y participar más, y tener más exito.
Me parece curioso que en su planteamiento no aborde la cultura del esfuerzo ni la autoridad del profesorado.
Aprender requiere esfuerzo siempre. Y todos los que hemos aprendido algo de verdad importante y complejo, lo sabemos. Lo que ocurre es que ese esfuerzo tiene que tener un sentido. Lo que es difícil es pedir a los estudiantes que se esfuercen en actividades para las cuales no encuentran un sentido. Lo que hay que hacer es ayudar a que lo encuentren y, a partir de ahí, pedirles efectivamente que se esfuercen. El aprendizaje es largo y complejo, cuando aprendemos siempre nos perdemos y nos equivocamos, llega un momento que nos parece que estamos peor que al principio, dudamos de lo que al principio tenemos seguro. Eso no se supera si no hay una disposición y una voluntad.
¿Y en cuanto al papel del profesor?
Para que todo eso funcione, ha de haber alguien que guíe, oriente, apoye, que observe, que retroalimente, que presente información, que acompañe, que esté constantemente con alguien. Por tanto, su papel es fundamental. Y en ese sentido, el profesor ha de tener una autoridad como experto. Y yo, que estoy aprendiendo, le tengo que reconocer esa autoridad como persona que sabe más que yo del contenido, pero que también sabe más que yo de cómo ayudarme en el proceso de mejorar mi propia capacidad y competencia. Pero no debe ser una autoridad externa, sino que viene de su competencia, capacidad y del interés que tenemos de estar conjuntamente en una tarea que los dos consideramos pertinente.
¿No cree entonces que la autoridad se otorga por ley?
No creo que tiene que ver más con otra cuestión que es la de la de la corresponsabilización social de la enseñanza. Lo que es importante es que los padres perciban que están en el mismo barco que los profesores. Y que se han de ayudar mutuamente. Lo importante es que se produzca esta comunicación e intercambio. (Magisnet)

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